Editorial

El sistema político en discusión

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La semana pasada, el Presidente Boric pasó en pocos días de condicionar el impulso de cambios al sistema político a que primero “zanjemos” la reforma previsional, a sostener que es algo “que tenemos que legislar en este período de Gobierno”. Como ha ocurrido en otros ámbitos, a ello siguieron intervenciones de diversos personeros aclarando que no existe un giro o cambio de posición del Gobierno.

Importa disminuir la frecuencia de este tipo de situaciones que ameritan aclaración, pues confunden a la opinión pública y dificultan la agenda gubernamental; pero importa también poner en perspectiva que, si la necesidad de hacer cambios al sistema político vuelve a estar hoy de forma prominente en el debate, es en gran medida porque anteriores reformas no produjeron los resultados que prometían los promotores de medidas como el fin del sistema binominal, el aumento del número de parlamentarios o el voto voluntario.

Lo cierto es que en el contexto político de los últimos años se han visto preocupantes dinámicas de fragmentación, polarización, atomización y otros problemas que afectan la gobernabilidad -incluso la convivencia política- de diversas maneras. Al respecto, la comisión de expertos del segundo proceso constitucional hizo propuestas que, según han señalado algunos actores, pueden ser útiles, como una votación nacional mínima para tener representación parlamentaria (5%) o reducir el número de escaños de diputados (de 155 a 138) y otras.

No escapa que estos cambios, a estas alturas convenientes e incluso necesarios, van en sentido contrario de lo que fue hasta hace poco una narrativa dominante -y a la postre perjudicial- sobre no poner límites a la “representación” de todas las visiones ni tampoco imponer obligaciones a los ciudadanos de una democracia. El restablecimiento del voto obligatorio es un recordatorio de que esa mirada de la democracia como un sistema político de derechos sin deberes no sólo era equivocada e ingenua, sino dañina para la propia democracia. Una nueva agenda de cambios políticos debe tener en cuenta esa lección.

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